La evolución de los museos de arte

Pere Báscones (2014)

La institución museo ha sufrido en las últimas décadas una evolución muy importante, en especial dentro de las artes, lo que ha obligado a hacer importantes replanteamientos conceptuales que han afectado a su sentido global y al arquetipo clásico del lugar donde habitan las musas.

Se hace difícil resumir brevemente aquí las aportaciones que ya desde “la nueva museología” se hicieron desde los años sesenta y todos los sucesivos cambios que se han producido desde entonces. También se hace difícil señalar de manera unívoca una evolución que también ha sido desigual dependiendo del tipo de museo, de hecho todavía muchos museos continúan aferrados a un modelo de museo decimonónico puramente enfocado a la conservación y la exhibición de objetos o piezas que dan sentido a su existencia: la colección que los justifica. Una conservación que se hace desde un enfoque clasificatorio y enciclopédico (ilustrado, en definitiva).

En cambio, dentro del contexto de los museos y del centro de arte contemporáneo, la evolución ha sido más marcada y quizá el término utilizado marca la fase en la que se encuentra o la concepción que lo ha hecho nacer. Por eso tenemos todavía museos que responden a la idea del cubo blanco, concebido como un lugar aséptico contenedor del arte y la cultura –entendido de una manera elitista– y planteado como un espacio universal aislado del mundo cuya misión es exponer el arte que compone su fondo y en paralelo a algunas exposiciones temporales itinerantes.

Otros, que quizá han esquivado un poco esta definición pero que han sido desde sus inicios una apuesta de transformación urbana y una apuesta arquitectónica como símbolos y landmaks a nivel internacional, son también apuestas de desarrollo económico y turístico. El museo Guggenheim de Bilbao es un buen ejemplo de ello si pensamos en lo que supuso para la visibilización de Bilbao a nivel internacional. En Barcelona, el MACBA de Richard Meier también ha supuesto una operación de revitalización y renovación urbana a gran escala en medio del Raval.

Macba

MACBA de Barcelona. Autor: Edal Anton Lefterov

Pero son posiblemente aquellos espacios que ya existen o que han nacido sin la palabra museo en su nombre (como los centro de arte o de cultura) los que posiblemente ya han superado la idea de contenedor y apuestan por ser centros de cultura viva y multidisciplinar en clave de presente. Por ello muchos tienen claro su papel como observatorios de tendencias y como espacios comprometidos con la realidad local circundante. Y si los museos en sus inicios nacen con una voluntad conservadora y preservadora, teniendo muy claro su papel de validador del arte, ahora son mucho más que esto y entienden que deben asumir el papel de espacio de encuentro, debate y de foro cultural en un sentido abierto respecto al panorama artístico y cultural en el que se encuentran inmersos. A estos espacios les toca conjugar a menudo el diálogo entre lo local y lo global e incluso experimentar. José Luis Brea, en un artículo sobre el museo contemporáneo y la esfera pública critica, denuncia el fracaso del sueño universalista del museo clásico y señala:

“[…] Como lo es que cada vez se verá más impelido a estructurarse como dispositivo multimedial de comunicación social –y menos como contenedor espacializado de objetos estáticos, como mero repertorizador del inventario presuntamente estabilizado del “valor estético”. Cada vez más, en definitiva –y sin duda ese es el futuro del museo–, como sistema o constelación diseminada de dispositivos desterritorializados, operando a favor no del asentamiento y la estabilización de un genérico universalista del valor estético, sino al contrario, a favor de la multiplicación exponencial de los imaginarios colectivos y las escenas de su encuentro activado en el dominio de lo público”.

Por otro lado, las nuevas tecnologías y la propia posmodernidad han subvertido muchos de los ejes que sostenían el museo como espacio en el que reunir las piezas originales y únicas. Ahora los museos y centros de arte albergan piezas conceptuales o incluso virtuales, la alta cultura se ha cambiado por una cultura que responde también a la cultura de masas y que cuestiona el propio sistema e incluso se cuestiona a sí misma como cultura.

En el terreno artístico, los museos ya no aspiran a ser los templos del arte, sino más bien a generar espacios de encuentro con el arte, sin olvidar su importante papel divulgador y pedagógico. Los nuevos museos deben aceptar y fomentar también las expresiones y los contenidos culturales atendiendo a la diversidad y a la interculturalidad. Ahora los centros de arte pueden ser además de espacios expositivos centros de creación o promotores de la creación. Han asumido el papel de espacios polivalentes, capaces de generar discursos de actualidad (como por ejemplo el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, o CCCB), y deben estar muy atentos a la realidad para poderla explicarla “al vuelo”. Estos espacios se encuentran cada vez más integrados en las prácticas sociales que los conectan con su entorno cercano. Por ello además de organizar exposiciones desarrollan seminarios, cursos, jornadas y conferencias, festivales y todo tipo de acontecimientos y proyectos relacionados con la cultura viva; también editan publicaciones, promueven proyectos e investigan. Por otro lado, la revolución tecnológica ha generado múltiples debates y ha forzado la transformación del espacio museístico en un espacio cada vez más abierto a internet y a las redes sociales. El museo y sus contenidos ya pueden ser visitados y consultados de manera virtual, aspecto que modifica radicalmente la manera como museo y audiencia interactúan.

Quizá uno de los aspectos también más destacables es cómo estos centros, además del comisariado de exposiciones, han adoptado un papel proactivo respecto a la creación artística, fomentando intercambios o residencias de artistas, así como espacios de creación, experimentación o producción artística que tienen en el modelo de fábricas de arte un referente destacado que ha sido adoptado en múltiples lugares de Cataluña[1]. Responde, asimismo, a la recuperación de espacios industriales para la cultura.

  • Museo de arte contemporáneo
  • Centro de arte contemporáneo
  • Centro de cultura contemporánea
  • Espacio de arte
  • Centro de producción artística
  • Residencia de artistas
  • Fábrica de arte contemporáneo
  • Museo de arte virtual

 

Referencias

[1] Por citar solo algunos, La Fábrica de las Artes de Granollers, la Fábrica Fabra y Coats, Hangar o la Escocesa, las tres en Barcelona, son buenos ejemplos de espacio fabriles reconvertidos.

Publicado por Pere Báscones

Pere Báscones està llicenciat en Belles Arts per la Universitat de Barcelona (UB) i en Comunicació Audiovisual per la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), postgraduat en Disseny i usabilitat per a Internet per l'Escola Elisava de Barcelona. Des de l'any 2000, combina la seva dedicació professional entre la docència, el món de la cultura, la fotografia i el disseny multimèdia (estudi Espai Nòmada). Treballa com consultor en el grau Multimèdia.
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Pere Báscones está licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona (UB) y en Comunicación Audiovisual por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), posgraduado en Diseño y usabilidad para Internet por la Escuela Elisava de Barcelona. Desde el año 2000, combina su dedicación profesional entre la docencia, el mundo de la cultura, la fotografía y el diseño multimedia (estudio Espai Nòmada). Trabaja como consultor en el grado Multimedia.