A estas alturas todos sabemos qué son los códigos QR, provenientes de la palabras inglesas quick response (código de respuesta rápida), que tienen su origen en Japón en el año 1994 con la finalidad de crear un código de barras bidimensional que fuera de lectura rápida.
Una de las característica que se puede observar en el código QR son los tres cuadrados que se encuentran en las esquinas y que permiten detectar la posición del código al lector, como se puede observar en la siguiente imagen:
La inclusión de los códigos QR en Europa fue de la mano de las aplicaciones para dispositivos móviles, pues, al disponer de una cámara, únicamente se necesita instalar una aplicación que permita decodificar códigos QR.
Recuerdo que en el año 2012 proliferaron muchos códigos QR, desde en periódicos para poder visualizar un vídeo de la noticia que estamos leyendo, hasta concursos en todo tipo de envases.
La idea de almacenar en los 2.953 bytes de información una dirección URL, que con el acceso a internet del dispositivo móvil acceda a una información adicional desde el navegador, y la facilidad de generación de los códigos QR –con sencillos programas que en cuestión de segundos generan la imagen del código QR a partir de una dirección URL– hicieron muy popular el uso de los códigos QR.
Directores de marketing vieron en los códigos QR poder llevar a cabo el concepto de offline to online; el disponer del código QR daba una imagen de modernidad tecnológica y abría un mundo de oportunidades.
Pero ¿fue realmente un éxito? Pocos usuarios realmente hacían uso de esos códigos y pronto se empezó hablar de que los códigos QR habían muerto. Lo que sí que es cierto es que no consiguieron satisfacer las altas expectativas que habían generado en los departamentos de marketing.
Personalmente, pienso que es algo tedioso tener que instalar la app para leer el código QR, abrirla, enfocar, abrir la página web destino del código QR, y que no sirve para todos los mercados.
A pesar de ello, existen experiencias de marketing que han sido todo un éxito, como los códigos QR en los museos donde se permite acceder a un vídeo explicativo del cuadro que estamos visualizando, al estilo de las audioguías.
Dos de las acciones más espectaculares realizadas con códigos Q son las siguientes: la primera proviene de una acción comercial de la tienda Tesco, en la que consiguieron aumentar las ventas un 130% disponiendo unos carteles con fotografías de los productos como si se estuviera delante las estanterías de un supermercado, y con el código QR se permitía incorporar el producto a la cesta de la compra. Para mayor información al respecto, podéis visualizar el siguiente vídeo.
La segunda experiencia fue la iniciativa Sunny Day de los supermercados Emart, que consiguieron aumentar las ventas de su supermercado en el mediodía, que es cuando los códigos QR se hacían visibles. Es aconsejable visualizar el siguiente vídeo para entender esta genial idea de marketing utilizando códigos QR.
En definitiva, el código QR tiene su utilidad, aunque esta sea limitada.
¿Convertimos el enlace de esta web en un código QR?
Links de referencia:
https://www.unitag.io/es/qrcode
http://www.paxinasgalegas.es/codigosQR.aspx
Fuente de la imagen: Fuente propia.